viernes, 12 de septiembre de 2008

el disfraz

Con lo único que puedo comparar esta sensación es con la experiencia que todos pasamos al descubrir que santa claus no existe. Te portas bien todo el año porque así, cuando le mandés tu lista a santa, él verá todo lo bueno que fuiste durante el año y en navidad te traerá lo que más querés.

Y un día, cuando se acerca navidad, te encontrás a Santa Claus en un centro comercial y te emocionás, le preguntás sobre tu carta y -claro- te dirá que todo dependerá de qué tan bien te portaste todo el año.

Y al final del día, vas por el estacionamiento del centro comercial y lo ves de espalda, corrés a despedirte, pero cuando se da la vuelta, ves a un hombre normal, sin la panza que lo hace tan gracioso, sin la barba, con cara de amargado, fumando un cigarro y hasta diciendo groserías...y entonces es que te das cuenta de la verdad: Santa Claus era solo un disfraz.

Lo mismo sucede cuando te das cuenta de que estuviste enamorada de una persona que no existe, de un disfraz. Pero seguís viendo a Santa Claus cada navidad y te sigue agradando verlo y hasta tomarte fotos con él, pero en tu mente siempre se va a quedar la imagen de ese día que lo viste tal como es, y que descubriste que solo era un disfraz.

Al menos, ya no te engaña más y ya no le crees cuando te dice que te portés bien para que te traiga lo que pediste. Y cuando llegue navidad, ya no te vas a preguntar por qué santa no te trajo la bicicleta que querías, por qué no te trajo absolutamente nada, si te habías portado tan bien todo el año.

3 comentarios:

Carlos Chávez dijo...

Cierto. Siempre nos enamoramos de ilusiones. A propósito, me gustaría que fuera Navidad.

silvita dijo...

A mí no me gustaría que fuera navidad, porque pienso en cómo imaginaba que sería esta navidad y me doy cuenta de que no será así. quisiera irme lejos, pero bien lejos por mucho tiempo.

HuelveElena dijo...

Bueno, yo diría, pero lo dijo antes Pessoa, que nos enamoramos de las ideas. De las ideas que tenemos sobre las personas.