jueves, 28 de agosto de 2008

El arte salva

Dicen que el arte salva, pero a mí me condenó!

martes, 26 de agosto de 2008

la trainer

Desde ayer estoy a cargo de un nuevo grupo de empleados. A cargo de darles el entrenamiento (training). No sé qué decir al respecto. Solo que me gusta hablar español, el inglés solo lo hablo por necesidad...monetaria.
Y ahora me paso como nueve horas hablando inglés y me da miedo convertirme en una de esas personas que de repente no se acuerdan cómo se dice algo en español. Sí. Me da miedo, porque siempre odié que alguien que aprendió español como su primera lengua y que ha vivido 18 o más años en El Salvador salga con esas tonteras.
O como esa gente que se pone a hablar en inglés en los salones de clase, en la cafe de la u, en los pasillos. Y hasta se atreven a decir que les gusta hablar más en inglés o que se sienten más cómodos. Lo he dicho y lo mantengo: No es posible que te resulte más cómodo hablar un idioma que comenzaste a aprender a los 11 años (o después). Solamente.

lunes, 25 de agosto de 2008

el silencio, la verdad o la mentira

"Qué desgraciado!!!", comenta Carlos después de leer el cuento que subí ayer. Desgraciado por haberse quedado callado, por no decir nada. Yo ya no sé si es peor el silencio, escuchar una mentira o escuchar la verdad.
El silencio: para la persona que escucha el silencio el problema es que se puede interpretar de distintas maneras...incluso de la manera en la que uno quiere que sean las cosas. El problema con esto es que se vive en la incertidumbre..y si no era eso lo que quiso decir? Entonces las dudas lo atormentan a uno.
La mentira: se siente bien uno a veces escuchando mentiras..muchas veces esconden tristes realidades, realidades que no queremos vivir. Lo malo es que las mentiras salen a la luz tarde o temprano, y cuando deciden salir, el daño es peor que haber dicho la verdad en su momento.
La verdad: "la verdad duele", dicen muchos. Quién no lo ha comprobado? Vivimos constantemente buscando verdades que realmente no queremos encontrar, porque duelen, lastiman, porque en algún momento las sustituyó una mentira que nos hacía felices.
Ay no! y por ahí comenzarán a decir que la verdad no existe, que se contruye y no sé qué cosas más!

domingo, 24 de agosto de 2008

A medio tiempo (cuento)

Siempre lo pedía de limón. Y a él le encantaba de chocolate, pero ese día no fueron a comer un helado. Estefanía le había dicho que quería estar más tiempo con él. Ernesto quedó de pasar por ella a las 12:30, donde siempre. Estefanía se veía más linda que de costumbre, se había arreglado para él.
Un carro negro se detuvo a las 12:29. Un hombre de una belleza indescriptible bajó del auto, la vio de pies a cabeza y con cara de asombro le dijo:
- Te ves hermosa.
Llegaron. Al entrar al apartamento, ella le dio hasta el alma en un abrazo. Nada era mejor que sentirlo cerca, que sentir el latido de su corazón y el calor de su cuerpo. Podía pasar más de una vida pegada a su pecho y rodeada por sus brazos: Estaba enamorada de él con locura.
Ernesto cerró los ojos y la apretó más fuerte contra él. Luego, le besó los ojos, la cara y se detuvo en sus labios. No parecía posible que dos personas pudieran amarse tanto.
- Estas han sido las tres semanas más largas de mi vida.
- Para mí también ha sido difícil, Ernesto, no sabes cuánto.
- Sí lo sé, mi amor, estuve a punto de agarrar el carro y presentarme en tu casa para llevarte conmigo: Estaba desesperado.
- Lo hubieras hecho...
Dejaron de hablar, pero sus cuerpos y sus miradas lo decían todo. Él la trataba con ternura, con pasión, con deseo... Todo se unía y formaba una combinación perfecta. Le susurraba al oído un “te quiero”, “te amo”, “me encantas”. Estefanía estaba aprendiendo con él un nuevo lenguaje: el de los cuerpos y las almas, capaz de unir - como ningún otro - a un hombre y una mujer. Había sido maravilloso. Ernesto tuvo la mejor recompensa que pudo esperar: ver en el rostro de su amada esa sonrisa de gratitud, saber que esa mujer joven y bella descubría su sensualidad junto a él.
Aún estaban desnudos. Ernesto se había quedado dormido. Estefanía lo abrazada, tenía la cabeza apoyada en el hombro de él. Estaba bastante pensativa. Lo despertó y le dijo:
- Déjala, por favor. Así ya no tendremos que escondernos de nadie.
Ernesto sintió una lágrima cayendo en su pecho. Abrazó a Estefanía, le acarició el rostro y la miró a los ojos; pero no dijo nada.
(algún día de 2004, by me)

sábado, 23 de agosto de 2008

Cinco años de tregua

Es evidente que Dios me concedió un destino oscuro. Ni siquiera cruel. Simplemente oscuro. Es evidente que Dios me concedió una tregua. Al principio, me resistí a creer que eso pudiera ser la felicidad. Me resistí con todas mis fuerzas. Después, me di por vencido y lo creí. Pero no era la felicidad. Era solo una tregua. Ahora estoy otra vez metido en mi destino. Y es más oscuro que antes. Mucho más. (Mario Benedetti)

Quizá yo no me resistí tanto como Martín Santomé. Para mí era la felicidad. Me creí completamente que era la felicidad, pero solo fue una tregua, una tregua de cinco años. ¿Y ahora? ¿Será un futuro oscuro?¿Existe al menos un futuro? Quizá habrá que inventarlo.

A lo mejor se trata de construir otro personaje y hacerle otra trama. A lo mejor ese personaje ya existe...¡quién sabe! Y el futuro...¿Habrá otras treguas? ¿Qué se puede hacer para que no se acaben?¿Por qué las treguas no pueden durar para siempre?

viernes, 22 de agosto de 2008

el messenger y los problemas

A veces me siento mal cuando platico con mis amigos en el messenger. No me siento mal de hablar con ellos, ni de lo que hablamos...me siento mal porque uno escribe, y se escribe con varias personas al mismo tiempo. Tampoco me molesta hablar con varias personas al mismo tiempo, para nada.
Lo que me molesta es ver la barrita anaranjada que se enciende de manera intermitente, y que cuando me doy cuenta, ya son varias barritas brillando a la misma vez. Entonces me da por quererle contestar a todos, porque no me gusta hacer esperar a la gente.
A mí no me gusta que se tarden en responderme tampoco, y si a mí no me gusta, pues pienso que a los demás tampoco les debe gustar. Y es por eso que comienzo a escribirles a todos. Y eso me abruma.
Sí, me desespera, pero me desespera porque por hacerlo a veces no pongo una tilde, o una mayúscula... y a veces hasta dejo de poner una que otra coma. Y después de darle "enter" a la frase, me ofende haber escrito "q" y no "que", o "t" y no "te".
Y lo que me preocupa es que se me haga costumbre y que algún día esté escribiendo alguna carta formal o un documento importante y se me olviden las tildes, las comas o las palabras completas.
Pero, después de todo, no es tan malo que eso me preocupe. Hay cosas que pasan que a uno le preocupan más o que lo hacen sentir peor. Y quizá es más sano enfocarse en la ortografía y no en otras cosas que ya no tienen remedio.