domingo, 24 de agosto de 2008

A medio tiempo (cuento)

Siempre lo pedía de limón. Y a él le encantaba de chocolate, pero ese día no fueron a comer un helado. Estefanía le había dicho que quería estar más tiempo con él. Ernesto quedó de pasar por ella a las 12:30, donde siempre. Estefanía se veía más linda que de costumbre, se había arreglado para él.
Un carro negro se detuvo a las 12:29. Un hombre de una belleza indescriptible bajó del auto, la vio de pies a cabeza y con cara de asombro le dijo:
- Te ves hermosa.
Llegaron. Al entrar al apartamento, ella le dio hasta el alma en un abrazo. Nada era mejor que sentirlo cerca, que sentir el latido de su corazón y el calor de su cuerpo. Podía pasar más de una vida pegada a su pecho y rodeada por sus brazos: Estaba enamorada de él con locura.
Ernesto cerró los ojos y la apretó más fuerte contra él. Luego, le besó los ojos, la cara y se detuvo en sus labios. No parecía posible que dos personas pudieran amarse tanto.
- Estas han sido las tres semanas más largas de mi vida.
- Para mí también ha sido difícil, Ernesto, no sabes cuánto.
- Sí lo sé, mi amor, estuve a punto de agarrar el carro y presentarme en tu casa para llevarte conmigo: Estaba desesperado.
- Lo hubieras hecho...
Dejaron de hablar, pero sus cuerpos y sus miradas lo decían todo. Él la trataba con ternura, con pasión, con deseo... Todo se unía y formaba una combinación perfecta. Le susurraba al oído un “te quiero”, “te amo”, “me encantas”. Estefanía estaba aprendiendo con él un nuevo lenguaje: el de los cuerpos y las almas, capaz de unir - como ningún otro - a un hombre y una mujer. Había sido maravilloso. Ernesto tuvo la mejor recompensa que pudo esperar: ver en el rostro de su amada esa sonrisa de gratitud, saber que esa mujer joven y bella descubría su sensualidad junto a él.
Aún estaban desnudos. Ernesto se había quedado dormido. Estefanía lo abrazada, tenía la cabeza apoyada en el hombro de él. Estaba bastante pensativa. Lo despertó y le dijo:
- Déjala, por favor. Así ya no tendremos que escondernos de nadie.
Ernesto sintió una lágrima cayendo en su pecho. Abrazó a Estefanía, le acarició el rostro y la miró a los ojos; pero no dijo nada.
(algún día de 2004, by me)

4 comentarios:

Carlos Chávez dijo...

Qué desgraciado!!!

HuelveElena dijo...

No sabía que tenés blog!

silvita dijo...

es nuevo, lo abrí apenas el viernes :D

CLeEe dijo...

que triste... una relacion empieza como termina,...