martes, 30 de diciembre de 2008

Lo obvio

Lo único que hiciste fue arrastrar su cara contra el pavimento caliente de las doce del día. Y a ella le ardía horrible la cara. Y lloraba y lloraba del dolor, que era insoportable. Y veías cómo sus lágrimas se juntaban con la sangre que salía de las heridas de su cara. Entonces, le secaste una lágrima con tu mano, mientras le dabas un beso en la frente; y le dijiste: "Te quiero".

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